Una mujer vendió el anillo que le regaló su ex. Cuando el joyero lo vio, ¡no podía creer lo que veía!

El rostro de Ethan perdió el color. Sus ojos se movieron entre Kiara y los agentes, con una expresión de pánico. «¡Esperen! Esto no es lo que parece», espetó, con voz desesperada. «No pueden arrestarme por un estúpido malentendido» Forcejeó y las esposas tintinearon cuando sacudió los brazos.

El agente Johnson se adelantó, con su mirada severa e implacable. «Has confesado, Ethan», dijo fríamente, mostrando un dispositivo de reproducción. Pulsando un botón, la confesión de Ethan llenó la sala. Cada palabra golpeó como un martillo, sellando su destino. Junto a la grabación, se mostraron fotografías del anillo robado, que coincidían perfectamente con la documentación del museo.