Una mujer graba en secreto a un niño adoptado que no era quien decía ser

Sabía que llamar a la policía sería una idea terrible. La verdad era tan retorcida y extraña que nadie la creería si la hacía pública. Incluso su propio marido tardó meses en aceptar que algo iba mal. Veronica sabía que tenía que ser creativa en cuanto a la solución.

Veronica sabía que necesitaban respuestas, pruebas definitivas que confirmaran sus más oscuras sospechas. Tras pensarlo detenidamente, ideó un plan. Concertó una cita con el médico para Esther, disfrazándola de revisión rutinaria. Cuando Esther dudó, Verónica la tranquilizó, enmascarando su ansiedad tras una cálida sonrisa.