Una mujer graba en secreto a un niño adoptado que no era quien decía ser

Cuando terminó la grabación, James se quedó en silencio, con el ceño fruncido. «Esto no es normal», admitió con la voz entrecortada. La toma final, en la que Esther se miraba en el espejo con una sonrisa de satisfacción, le erizó la piel. «Este no es en absoluto el comportamiento de una niña».

Veronica sintió una extraña mezcla de alivio y terror. Por fin alguien la creía. Pero con la verdad venía una carga más pesada: lo que habían descubierto era mucho más inquietante de lo que ella había imaginado. «¿Quién es? ¿Y qué hacemos ahora?», susurró con voz apenas audible.