Un león fugado paraliza la ciudad – Lo que ocurre al final deja a todos atónitos

El empate se rompió cuando el grito de Nyla volvió a sonar, débil pero inquebrantable. Sahara se volvió completamente hacia el ala veterinaria, ignorando los rifles, las cámaras y el miedo. La multitud contuvo la respiración. Por fin, el jefe bajó la mano. «Retírense», murmuró. Las armas vacilaron, la incredulidad onduló. Contra toda orden, la piedad se mantuvo.

Los guardianes abrieron la puerta del ala médica con el corazón palpitante. Sahara se deslizó cojeando, con los ojos fijos en el frente. Dentro, Nyla se agitaba débilmente, con las orejas agitadas. Las miradas de las hermanas se cruzaron y Sahara volvió a gemir, suave y temblorosa. Nyla respondió con un débil eco de vida. El reencuentro silenció Oakridge más profundamente de lo que jamás podrían hacerlo los rifles.