Un león fugado paraliza la ciudad – Lo que ocurre al final deja a todos atónitos

Sahara se detuvo en la avenida Oakridge, enmarcada en el duro resplandor de los focos. No miraba ni a izquierda ni a derecha, sólo hacia delante, como si viera algo que nadie más podía ver. Los rifles de la policía la seguían a cada paso. La multitud se balanceaba, dividida entre el asombro y el terror. El depredador de la ciudad había vuelto a casa.

Cuando Sahara se adelantó, se oyeron jadeos. Las cámaras hicieron clic y los flashes estallaron como relámpagos. Los padres arrastraron a sus hijos hacia atrás, sollozando. Los agentes cambiaron de objetivo y apretaron los dedos. «¡Alto el fuego!», gritó uno, pero los nervios se crisparon. Cada segundo se tensaba, un hilo frágil que amenazaba con romperse. La sombra de Sahara se alargó bajo las luces ardientes.