Paul se agazapó cerca de la enorme elefanta, manteniendo una distancia prudente mientras esperaba la llegada del Dr. Ndaba. El bosque estaba en un silencio opresivo. De repente, la elefanta se agitó y soltó un bufido. Para sorpresa de Paul, la elefanta se acercó y le tiró suavemente de la camisa con su enorme trompa.
Su agarre era firme pero suave, como si le instara a seguirla. Paul vaciló, con el corazón latiéndole con fuerza. A pesar de su respiración agitada, la elefanta se dio la vuelta y empezó a caminar lentamente entre el denso follaje. Paul se sintió obligado a seguirla, sin saber adónde pretendía llevarle.