Semanas después, Lukas almorzaba rodeado de nuevos amigos, riendo y relajado. Su mirada se desvió hacia la linde del bosque, el lugar donde antes acechaba el misterio, ahora fuente de consuelo y orgullo. El bosque le había dado algo más que secretos: le había conectado.
El bosque se detuvo, sus historias cambiaron para siempre. La determinación de Lukas no sólo había resuelto un crimen, sino que también había reunido a innumerables mascotas desaparecidas con sus dueños, llevando alivio y alegría a la comunidad. Su persistencia había convertido un misterio desconcertante en un final esperanzador.