En la recepción, Lukas empezó a explicar con nerviosismo lo que había visto: perros reunidos en el bosque, ladridos al roble milenario e incluso el perro desaparecido del colegio. Los agentes intercambiaron miradas de duda, pensando claramente que se trataba de una broma.
Cuando uno de ellos le dijo bruscamente que se fuera a casa y se concentrara en sus estudios, la frustración de Lukas se desbordó. «No me lo estoy inventando Tiene que creerme» Pero sus protestas sólo le valieron miradas escépticas y que le despidieran.