Lukas sintió que su ira estallaba. «No estoy mintiendo Intento entenderlo y nadie me escucha» Su voz se quebró de dolor. «Estoy solo y nadie me cree. No estoy loca» El silencio que siguió le pareció pesado y frío.
Subió furioso a su habitación y cerró de un portazo. Tumbado en la cama, miró al techo, sintiéndose aislado e incomprendido. Pero en su interior ardía un fuego más intenso: la promesa de descubrir la verdad y demostrar que tenía razón.