Un perro no deja de mirar a la pared – El vecino se horroriza al descubrir la verdad

El aire era fresco y el sol de la mañana proyectaba un suave resplandor sobre la calle. El silencio entre ellos era pesado pero no incómodo, lleno del peso de las palabras no dichas y de la comprensión compartida.

«Gracias», dijo finalmente el Sr. Carlton, con la voz cargada de emoción. «Por ayudarme a hacer lo correcto» Henry asintió, sintiendo una tranquila sensación de resolución. «Ahora ella estará a salvo, y usted también»