Un perro cava un enorme agujero durante 11 horas seguidas y lo que descubre deja a todo el mundo en silencio

La noticia de lo que Ethan había hecho se extendió silenciosamente por el pueblo. Los vecinos le paraban por la calle para mostrarle su respeto o dedicarle una palabra amable. Al principio, la atención le inquietaba -nunca la había buscado-, pero poco a poco le fue arraigando. Ya no era sólo un recién llegado con una habitación alquilada encima de una tienda. Ahora formaba parte del lugar, ligado a su historia, entretejido en su memoria.

Una tarde, cuando Ethan salía de la casa del anciano con la puesta de sol pintando de dorado las colinas, se detuvo en la puerta. Dentro, el hombre estaba sentado junto a la ventana, con la fotografía cuidadosamente apoyada a su lado y la llave de latón en la mano.