Al final de Riverside, se quedó mirando la ladera de la colina donde terminaba la calle, intentando imaginar lo que había habido allí. Familias, hogares, vidas, ahora borradas. Las sonrisas de la fotografía parecían casi burlonas, como si le desafiaran a completar la mitad de la historia que faltaba.
Le dio la vuelta a la llave en la mano, el frío latón calentándose contra su palma. La dirección seguía grabada en ella, obstinada y real, pero señalaba un lugar que ya no existía. Aquella contradicción pesaba sobre él, exigiendo respuestas. Ethan sabía una cosa: si quería entender con qué se había tropezado, tendría que mirar más a fondo.
