Al día siguiente, la tormenta arreció con fuerza y los truenos sacudieron el zoo mucho antes del amanecer. Ethan reconoció los problemas cuando sintió que el aire le oprimía los pulmones al abrir con la llave la casa de los leones. En cuanto entró, percibió el olor: dulce, metálico y penetrante. Nacimiento. Amara, una de las leonas jóvenes, estaba de parto.
Se paseaba en círculos por la paja, con los costados agitados y la cola agitada con cada contracción. Los veterinarios y cuidadores trabajaban con rapidez, con voces entrecortadas pero tranquilas, preparando jeringuillas, toallas limpias y lámparas de calor. Ethan se unió a ellos sin vacilar, dejándose llevar por el ritmo de la crisis. El primer cachorro llegó rápidamente, una resbaladiza caída de pelaje y sonido que llenó la guarida con un frágil llanto.
