Mi hija (19) empezó a ver a un hombre (43) contra nuestra voluntad

Martin perdió los estribos por fin. Su voz retumbó en la casa, haciendo sonar las ventanas. «¡Tienes diecinueve años, no veinticinco ni treinta! No puedes mantenernos a oscuras» Nora se quedó helada, con los puños apretados a los lados. Luego, con súbita furia, replicó: «No necesito tu permiso para vivir mi vida»

Aquella noche lloró en su habitación, y yo me senté ante la puerta, impotente, con el suelo frío bajo mis pies. Cada sollozo me desgarraba, pero cuando le susurraba para que hablara, sólo decía en voz baja: «Si te lo cuento ahora, todo se vendrá abajo»