Mi hija (19) empezó a ver a un hombre (43) contra nuestra voluntad

Martin se volvió silencioso y vigilante. Anotó sus horarios de regreso y los comparó con su horario de clases. «No miente sobre los estudios», admitió sombríamente. «Pero miente en todo lo demás» Sus palabras calaron hondo, un peso que no pude quitarme de encima. En mi experiencia, las verdades a medias eran más peligrosas que las mentiras descaradas.

Una noche, la oí susurrar al teléfono, con voz baja y uniforme. Sólo capté fragmentos: «Sí… estaré lista… lo prometo» Era la promesa de nuestra hija a un hombre que no conocíamos. Me quedé paralizada en el pasillo, aterrorizada de dar un paso adelante y destrozar su frágil mundo secreto.