Sabíamos que no debíamos tachar a Nora de cruel o descuidada; era una persona muy precavida, incluso de niña. Aún hacía la cena con nosotros, se reía de los chistes pequeños y dejaba notas adhesivas en la nevera cuando llegaba tarde. Pero ahora cada uno de sus gestos parecía una venda sobre una herida supurante. Estaba cerca, pero cada vez más lejos.
De niña, Martin siempre había sido su héroe Se aferraba a su padre y creía que su palabra era la pura verdad. Por supuesto, cuando las niñas crecen, ese vínculo cambia inevitablemente, pero ella seguía queriendo a su padre. Siempre creí que había una conexión especial entre ellos que no tenía cabida para mí, su madre.