Emily había sido entrenada para calmar este tipo de situaciones: ofrecer una copa, darles espacio, dejar que se calmaran. Sabía cómo hacerlo. Podía manejar la situación. Cuando se acercó a la mesa de la pareja, el hombre la miró.
Un escalofrío la recorrió. Su rostro, sus rasgos, tenía algo que le resultaba familiar. La forma en que estaba sentado, la forma en que la miraba, la forma en que su sonrisa se curvaba hacia un lado. Era imposible. No podía ser..