Una azafata ve a su difunto marido durante un crucero: lo que descubre lo cambia todo

Emily esperaba sorpresa, tal vez incluso incredulidad, pero Margaret no dijo nada. Se limitó a observar a Emily con una mirada difícil de leer, inclinándose ligeramente mientras Emily hablaba. A medida que avanzaba la historia, la expresión de Margaret cambiaba y la tristeza de sus ojos se acentuaba. Cuando Emily terminó, Margaret estaba en silencio, con las manos cruzadas sobre el regazo.

Durante un largo rato, Margaret no habló. Emily esperó, con el silencio oprimiéndole el pecho. Finalmente, Margaret se levantó de la mesa y se dirigió a un pequeño cajón que había junto a la encimera. Sacó una foto gastada y descolorida y se la entregó a Emily. La foto era vieja, con los bordes desgastados y los colores desvaídos por el tiempo.