«Sí. Te lo agradecería», dijo Emily en voz baja. «Gracias, George» George sonrió amablemente. «De nada. Cuídate, Emily. Y de nuevo, lo siento mucho» Intercambiaron sus datos y, tras unas palabras de cortesía, George y la mujer se levantaron para marcharse. Emily los observó alejarse, con la mente aún en blanco.
Cuando se volvió hacia Peter, sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. «No sé qué está pasando, Peter. Sólo… necesito saber la verdad» Peter le puso una mano reconfortante en el hombro. «Lo resolveremos, Emily. No estás sola en esto» El crucero continuó su viaje, pero Emily sintió como si el barco se hubiera convertido en una prisión.