Una mujer cría a un gatito perdido y descubre horrorizada su verdadera naturaleza..

Los ojos eran lo que más la inquietaba. Dorados, sin pestañear, seguían los movimientos con una atención inquietante. A veces, a altas horas de la noche, se despertaba y los encontraba brillando a los pies de su cama, como linternas gemelas. Reconfortantes en un momento e inquietantes al siguiente, le recordaban que había acogido algo salvaje en su casa.

Elise no podía soltarlo. No era sólo que pareciera ordenado que cuidara de Sombra. Se sentía elegida, como si el destino hubiera traído a Sombra a su vida. Había perdido a sus padres hacía un año y, como vivía sola, el gatito llenaba un vacío que había dejado de reconocer. Fuera lo que fuese Sombra, no podía imaginar las mañanas sin ella.