Un perro callejero deja caer una hoja en la tienda todas las mañanas – Un día, el dueño de la tienda lo sigue

Hace un año, Lola no era más que una tímida perrita callejera de pelaje suave, orejas grandes y mirada cautelosa. Vagaba por el campus, una figura diminuta que se escabullía entre bancos y arbustos, siempre alerta, siempre sola. La mayoría de los estudiantes pensaban que pertenecía a alguien, hasta que se dieron cuenta de que no era así.

Lola había sido la más pequeña de su camada, abandonada cuando su madre trasladó a los demás. Sin collar, sin hogar y sin protección, sobrevivía de la suerte y de las migajas que le sobraban. Por la tarde, se acomodaba bajo el mismo banco desgastado cerca del bloque de ingeniería, acurrucada en sí misma, esperando a que cayera la noche.