Un perro callejero deja caer una hoja en la tienda todas las mañanas – Un día, el dueño de la tienda lo sigue

Cuando la luz del atardecer se desvaneció y Pedro limpió las últimas mesas, volvió a mirar el teléfono. Un nuevo mensaje. Un número que no reconocía. Lo abrió, con el corazón martilleándole. El mensaje era corto y estremecedor. Alguien había visto a un perro blanco y negro atropellado por un coche hacía una semana.

El remitente explicaba que vivía a un par de kilómetros de la universidad. En aquel momento habían denunciado el accidente a la policía y luego habían intentado olvidarlo, hasta que hoy vieron el cartel que faltaba. «Pensé que deberías saberlo», decía el mensaje. Pedro miró la pantalla y su corazón cayó en picado.