Se sentía mareada, no abrumada, sino agotada. Las últimas semanas de ansiedad, dudas y sucesos extraños se habían concentrado en esta absurda verdad. Se sentó en el borde de la cubierta sin decir nada, cerró los ojos un momento y se concentró en su respiración.
Lo siguiente que recordaba era haberse despertado en la cama de un hospital. Una enfermera ajustaba algo en un monitor. A su lado estaba sentada la vecina, que se levantó en cuanto Rose abrió los ojos. «Te has desmayado», dijo simplemente. «Avisaré al oficial de que estás despierta»