Una mujer descubre un búnker secreto en su patio trasero y lo que encontró dentro la estremeció

Rose se quedó mirando la trampilla y su cerebro se negó a clasificar lo que veían sus ojos. No tenía sentido. Se sintió suspendida en el sitio, demasiado aturdida para hablar y mucho menos para actuar. Fue la vecina quien rompió el silencio, mirándola y preguntando: «¿Eso es… una especie de búnker?»

Esa pregunta la hizo concentrarse. Su respiración se estabilizó. Llevó la mano al teléfono. Ya era suficiente. No iba a hacer conjeturas ni especulaciones ni a bajar ella misma a ese espacio. Llamó a la policía, con voz clara y controlada. Quería que la situación se resolviera como era debido.