Una mujer descubre un búnker secreto en su patio trasero y lo que encontró dentro la estremeció

Rebobinó la grabación, con el corazón martilleándole. Volvió a ponerla. Una y otra vez. Cada vez, el mismo resultado: una forma oscura que se movía detrás del lecho de margaritas, casi deslizándose, con los rasgos oscurecidos por la mala iluminación y el ángulo de la cámara. Ya fuera una persona, un animal u otra cosa, algo había estado allí.

Se sentó en la silla, con el pulso rugiéndole en los oídos. ¿Un ocupante ilegal? ¿Un animal? ¿Algo peor? Todo instinto racional le decía que llamara a la policía, pero la duda persistía. ¿Y si llegaban y no encontraban nada? ¿Y si sólo era un animal, distorsionado por una mala grabación? Necesitaba estar segura antes de involucrar a las autoridades.