«Un día, un grupo de vecinos fue a pedirle que dejara de hacer tanto ruido. Se enfadó y les gritó. no es asunto vuestro lo que hago en mi propiedad. Vais a morir de todas formas» La gente lo tachó de loco. Luego, unos meses más tarde, simplemente desapareció. Lo dejó todo atrás»
La voz de la mujer se convirtió en un susurro, casi conspirativo. «Vino la policía. También los del banco. Todo seguía allí: su cartera, su coche, incluso una olla en la cocina. Pero ni rastro de él. Ni rastro. Después de eso, bueno… la gente empezó a decir que la casa estaba maldita»