Rose entablaba pequeñas conversaciones con el marido esperando encontrar la oportunidad perfecta para indagar un poco cuando notó cómo la mujer le lanzaba miradas extrañas. Cuando la mujer se acercó y le entregó la taza de café, sintió que no podía contenerse antes de hablar.
«¿Está todo… bien en esa casa?» Preguntó la mujer, enarcando las cejas con una mezcla de preocupación y curiosidad. Rose se puso rígida, pero lo disimuló con una leve sonrisa. «¿Por qué lo pregunta?», dijo en tono uniforme, sin revelar los latidos de su pecho.