Una mujer descubre un búnker secreto en su patio trasero y lo que encontró dentro la estremeció

Decidida, hizo una lista antes de que saliera el sol. Sensores de movimiento. Cámaras de visión nocturna. Un termómetro de infrarrojos. Su bolígrafo presionaba con fuerza contra la página, como si cada trazo tallara más profundamente su determinación. No estaba indefensa. Era metódica.

A media mañana, recorría los pasillos de una ferretería y llenaba su carrito de cables, soportes y baterías. Evitaba mirar a la cajera, avergonzada de lo temblorosas que tenía las manos. Pero pasó la tarjeta con una firmeza que la sorprendió. Volvía a tener el control.