Una mujer descubre un búnker secreto en su patio trasero y lo que encontró dentro la estremeció

Permaneció así hasta el amanecer, con los ojos muy abiertos, sin apenas pestañear. Cuando la primera luz del alba se filtró a través de las cortinas, finalmente exhaló. Le dolían los huesos. Le ardían los ojos. Pero algo cambió en su interior. Se había cansado de vivir con miedo.

Se levantó de la cama y se susurró una promesa: no más miedo, no más fingir. Si su casa no era segura, averiguaría por qué. Fuera lo que fuera lo que estaba ocurriendo, fuera quien fuera el responsable, se enfrentaría a ello. Incluso si la respuesta no era una que estuviera preparada para escuchar.