Un adolescente se enfrenta a la expulsión por tercera vez, ¡y es entonces cuando su madre descubre quién es el nuevo director!

Cuando Diane regresó, se desplomó en su silla, con una sonrisa expectante a medio formar. Pero la mirada de la directora la silenció. «Te quedas», dijo con firmeza. «Pero sólo si aprendes» Diane frunció el ceño, confusa. La lección estaba clara: la risa que creía inofensiva ya no era un juego. Era una advertencia grabada en su futuro.

La mirada del director la fijó en su sitio. «No serás expulsada», dijo, con voz firme. «Pero debes entender que la crueldad no es inteligente. Hiere. Y cuando hiere lo suficiente, crea otra versión de ti misma que no te gustará» Diciendo esto, se sentó de nuevo en su silla.