Susurró el nombre, «Ann Winters», entrecortado y tembloroso. El director asintió, tranquilo pero inflexible. «Nunca lo olvidé» Carol quiso hablar, disculparse, pero las palabras se le enredaron en la garganta. ¿Cómo podía el arrepentimiento deshacer años? El silencio entre ellos estaba lleno de décadas de crueldad tácita.
Finalmente, Carol se atragantó: «Era joven. No sabía lo que hacía» Los ojos del director se endurecieron. «Yo también era joven. Sabía lo que hacías. Y me talló» Su voz no se elevó; no lo necesitaba. La verdad era más cortante que la ira.
