Martínez entró, con la fatiga marcada en sus rasgos. «Tenemos huellas parciales del encendedor del campamento», dijo. «Las estamos analizando» Vaciló. «Veamos quién aparece en la búsqueda. Espero que podamos atraparlo rápido, antes de que ataque a la próxima víctima»
El hospital casi se había convencido de que la pesadilla había terminado. Entonces llegó un nuevo visitante: un hombre de unos cuarenta años, abrigo impecable y zapatos relucientes por la lluvia fresca. Se presentó a la recepcionista con una sonrisa. «Vengo a buscar a mi hijo»
