Todo el mundo se queda helado cuando un oso entra en el hospital con un niño en brazos

«Aseguren la bahía», pidió Anika. Unos conos bloquearon el tráfico y un paramédico apagó la sirena. Los de seguridad barrieron la zona, a seis metros del animal. El oso observaba, sin embestir ni retroceder. «El chico tiene frío», dijo Anika, metiendo una manta de papel de aluminio. Los labios del chico se movieron hasta apenas murmurar: «Frío… río…» Las palabras empañaron el aire como humo.

«Llévenlo a Trauma Uno», ordenó Anika. Los paramédicos se levantaron, giraron y desaparecieron en la luz. El oso exhaló un sonido pesado y cavernoso, y luego bajó la cabeza y se quedó bajo el toldo, con la lluvia encharcándose alrededor de sus patas. Anika se mantuvo entre las puertas y el animal. «Tiene un collar. Llama a Control de Animales y a los guardabosques»