Natalie sintió que le flaqueaban las rodillas mientras lo miraba fijamente, con el pecho agitado por el pánico. Lo había subestimado. Había creído que podría salirse con la suya, que él nunca lo sabría. Pero ahora, la culpa era demasiado pesada para soportarla.
«John, no es lo que piensas… No quería que fuera así. I-» «Hace días que puedo ver», dijo él en voz baja, cortándola de nuevo. Cada palabra se hundía en ella como una daga. «Y lo he visto todo»