Pensó en lo mucho que quedaba por explorar. Y por primera vez en sus setenta y un años, Arthur Finch no se contentó con observar la marea. Quería saber qué más podía surgir de las profundidades.
Pensó en lo mucho que quedaba por explorar. Y por primera vez en sus setenta y un años, Arthur Finch no se contentó con observar la marea. Quería saber qué más podía surgir de las profundidades.