Entonces lo vio. Sólo una pizca de oscuridad rompiendo la superficie. Los huevos estaban casi completamente sumergidos, excepto uno. Por eso los demás no podían verlo desde la orilla, y por eso él lo había perdido. Ahora estaba más abajo en el agua.
Apagó el motor y se acercó. Tenía forma de huevo, un color negro mate y opaco, del tamaño de una pelota de baloncesto. La superficie era extrañamente lisa, casi correosa al tacto. No tenía marcas ni costuras.