Los objetos seguían ahí fuera, podía verlos, pero ahora eran sólo una mancha oscura en la superficie del agua. Necesitaba que alguien, cualquiera, mirara de verdad. Para confirmar que no estaba perdiendo la cabeza. Una pareja yacía sobre una toalla cerca de las dunas. Arthur se acercó, intentando parecer tranquilo.
«Disculpe. ¿Ve eso de ahí?», preguntó señalando. «Algo que flota, oscuro, de forma ovalada» La mujer levantó la vista y entornó los ojos. «¿Se refiere a ese gran barco?», preguntó el hombre, tapándose los ojos.