El niño se aferraba a un pequeño cubo de plástico y lanzaba a su madre una retahíla de frases en voz alta y a medio terminar. Ella intentaba mantenerlo quieto con una mano mientras le untaba los hombros con crema solar, pero él se retorcía y chillaba dramáticamente, su voz llegaba fácilmente a oídos de Claire.
Claire volvió a fijar la vista en la página, decidida a ignorarlo, pero el tono chillón la desconcentró igualmente. Antes de que el protector solar se hubiera aplicado, el niño se soltó y corrió hacia la orilla, balanceando el cubo salvajemente.