Después de repetidas advertencias, ya había tenido suficiente: ¡mira cómo el karma detuvo a este chico revoltoso!

Los agudos comentarios del chico, mitad gritos, mitad estallidos incoherentes de excitación, se elevaban por encima del rítmico oleaje de la marea. Lo narraba todo, desde la forma de su montón de arena hasta su teoría de que «un verdadero tesoro» estaba enterrado en algún lugar cercano.

Claire intentó concentrarse en su libro, pero las palabras seguían nadando. La tensión de su cuello, que se había disipado durante el trayecto, volvía a aparecer. Se suponía que éste era el rincón tranquilo de la playa. Lo había elegido con cuidado.