Un hombre hereda una finca: ¡lo que encuentra enterrado en el jardín trasero le deja atónito!

Entre los documentos y el dinero del cofre había una pequeña llave de latón, empañada por el paso del tiempo. Una etiqueta estaba atada a ella con un cordel descolorido: Ala Este. Finalmente, Andrew suspiró aliviado, con el pulso acelerado. Al menos, el secreto del pasillo cerrado ya no sería un misterio. Se libraría de abrir las cerraduras por la fuerza.

Pero lo primero era lo primero, Andrew rompió el sello de lacre con suavidad, como si temiera que las palabras pudieran desintegrarse. La letra de Henry, firme pero tenue, llenaba la página. «Si estás leyendo esto, Andrew, has resuelto el enigma del jardín. Siempre supe que la curiosidad era cosa de familia. Lo que has encontrado aquí es mi vida real»