Un hombre hereda una finca: ¡lo que encuentra enterrado en el jardín trasero le deja atónito!

Debajo de los pasaportes había sobres sellados con cera quebradiza. Andrew abrió uno y desplegó un membrete oficial con el escudo de la Oficina de Guerra. Sus ojos recorrieron las palabras: nombramiento para la sección criptográfica de Bletchley Park. Su tío había sido descifrador de códigos. De repente, el cifrado de la escritura cobró sentido.

La carta describía funciones «vitales para la seguridad nacional» y «que requieren la máxima discreción» Andrew se sentó con fuerza, con el papel temblándole en las manos. Las insinuaciones del archivero, los garabatos numéricos, el secreto interminable… todo estaba relacionado ahora. Henry no había sido un asesino escondido en la vergüenza. Había sido un hombre obligado al silencio por el deber.