Un hombre hereda una finca: ¡lo que encuentra enterrado en el jardín trasero le deja atónito!

¿Y si no era un tesoro? ¿Y si el cofre estaba lleno de huesos envueltos en telas podridas? Se imaginó el cuerpo sin vida de su tía doblado en el interior, los fríos ojos de Enrique observando mientras sellaba la tapa. La imagen era grotesca y absurda, pero su mente se aferraba a ella con implacable horror.

Se levantó bruscamente y se paseó por el jardín. La niebla se aferraba a los setos y el silencio se hacía denso y pesado. «¿Qué has escondido, tío?», murmuró en voz alta. Los árboles no respondieron, sólo el crujido de las ramas al mecerse. El cofre se cernía sobre la hierba detrás de él como una sombra maligna.