Un hombre hereda una finca: ¡lo que encuentra enterrado en el jardín trasero le deja atónito!

Andrew lo levantó y la tierra cayó en cascada sobre su superficie. El cofre cayó sobre la hierba, cicatrizado y antiguo, con las iniciales débilmente grabadas en la tapa. Se tambaleó hacia atrás, jadeante, mirando como si fuera a abrirse solo. Por fin, el silencio de décadas estaba a punto de romperse.

Se agachó junto al cofre y rozó con los dedos su corroído cierre. El óxido se desprendió como ceniza, manchando sus manos. La cerradura se resistió, hinchada por los años de humedad. Andrew se echó hacia atrás, con el corazón retumbando. Tras días de obsesión, casi temía más la verdad que las interminables preguntas sin respuesta.