Un hombre hereda una finca: ¡lo que encuentra enterrado en el jardín trasero le deja atónito!

Aun así, no podía dejarlo. Aquella noche, rodeado de notas dispersas, se dio cuenta de algo que había pasado por alto: una secuencia de números alineados no con palabras, sino con líneas de la propia escritura. Saltándose frases enteras, el patrón cambió de nuevo, señalándole más al este, hacia una parcela donde la tierra se había hundido de forma extraña.

La depresión se extendía entre dos manzanos inclinados, con las ramas nudosas y sin vida. La tierra parecía removida, como si se hubiera asentado sobre algo olvidado hacía mucho tiempo. Andrew se quedó sin aliento. Se sentía bien de una manera que los otros lugares no habían sentido, una convergencia final del rompecabezas de Henry con el testimonio silencioso de la tierra.