Un hombre hereda una finca: ¡lo que encuentra enterrado en el jardín trasero le deja atónito!

Aquella noche volvió a soñar con la escalera. La figura de su tía caía sin cesar, su grito congelado en el tiempo. Al final, señalaba hacia el jardín, acusadora. Andrew se despertó temblando, con el sudor empapando las sábanas. La finca parecía respirar a su alrededor, como si los secretos de Enrique infectaran las paredes.

El amanecer hizo que la niebla se cerniera sobre el jardín, mojando las botas de Andrew cuando se acercó al muro. Con las herramientas en la mano, cortó la maleza hasta que apareció la tierra desnuda. El reloj de sol y el roble se alzaban tras él, centinelas silenciosos. Se prometió a sí mismo que esta vez cavaría hasta que la tierra le revelara su secreto.