Llenos de curiosidad, James y María se dirigieron al banco al día siguiente, ansiosos por descubrir qué había dentro de la caja de seguridad que el anciano había mencionado en su carta. Con la llave guardada en el bolsillo de James, no pudieron evitar preguntarse por el contenido de la caja. ¿Qué podría haberles dejado un desconocido, alguien a quien sólo habían visto una vez?
Al llegar al banco, James y María se emocionan. Se acercó al cajero y le presentó la llave que le habían dado. «Queremos abrir una caja de seguridad», dijo con curiosidad en la voz. La cajera asintió y los acompañó a una habitación apartada, donde la caja estaba lista para ellos.