Su viaje hacia la paternidad había sido toda una aventura, una aventura que les había puesto a prueba de un modo que nunca habían imaginado. Sin embargo, aquí estaban, más fuertes y juntos, disfrutando de la alegría de su mayor aventura hasta la fecha. Sentían una profunda gratitud hacia el anciano, cuya amabilidad y pericia no sólo les habían ayudado a salvar a una criatura majestuosa, sino que también habían hecho posible que llegaran a ese momento que les había cambiado la vida.
Pasaron los días y James y Maria se asentaron en su nuevo papel de padres. No paraban de hablar de la experiencia de la playa y de cómo había cambiado sus vidas para siempre. Sabían que habían tenido suerte de contar con la ayuda de un desconocido en un momento de necesidad.