Una madre deja a su bebé solo con un pastor alemán durante unos segundos y lo que ve a continuación la aterroriza

No con alegría -no era el tipo de perro que mueve la cola y persigue juguetes-, sino en silencio, casi con respeto, como si comprendiera que se le había concedido una segunda oportunidad y no quisiera ponerla en peligro.

Exploró habitación por habitación, lenta y deliberadamente, memorizando el terreno con la misma seriedad que parecía aplicar a todo. Nunca ladraba, nunca lloriqueaba, nunca sobrepasaba los límites. En todo caso, se comportaba más como un invitado que como una mascota.