Emily se cubrió el corazón con la mano, con la respiración agitada. «¿Ves?», le susurró a David. «Es amable» A David le tembló la mandíbula. «Se está recuperando», corrigió. «No confundamos las dos cosas» Establecieron reglas esa primera noche: nada de tiempo sin supervisión, especialmente cerca de Lily. Ranger dormiría en la jaula. Irían despacio. Irían con cuidado. Se ganarían la confianza del otro centímetro a centímetro.
Pero Ranger no parecía interesado en romper las reglas. Se mantuvo cerca, pero no demasiado. Observaba, pero no se agolpaba. Si Lily avanzaba demasiado deprisa, él retrocedía. Si David hablaba demasiado alto, Ranger se estremecía, no con miedo, sólo… consciente. Y poco a poco, algo nuevo floreció en el hogar.
