Dos chicas dejan al camarero una propina de 9,11 dólares; él mira el pedido y comprende la situación

Andrew asintió, garabateó su nombre y se lo devolvió. «Quieren hablar contigo», añadió el agente, inclinando la cabeza hacia el coche que tenía detrás. «Sólo un momento» A Andrew se le revolvió el estómago. Se giró y vio a las dos chicas saliendo de la parte trasera de un todoterreno policial.

La chica del tote caminaba despacio, su hermana detrás, abrazándose a sí misma. Se detuvieron frente a él, con los rostros pálidos y desencajados, pero ya sin miedo. «Soy Ivy», dijo la chica en voz baja. «Y ella es Riley» Andrew esbozó una leve sonrisa. «Andrew»